Al finalizar el festival anual celebrado en el teatro municipal Jaime Salom los pasados días 15 y 16 de junio se hicieron entrega de los premios del concurso de poesía y relato corto del colegio Torrente Ballester.
JUDO
Es
un deporte especial
Que
me gusta practicar
Porque
sin gafas puedo estar
Se
hace en un pabellón
Y
mola un montón.
Mucha
fuerza tienes que tener
Para
a tú compañero vencer.
A
campeonatos he ido
Y
me he divertido.
Daniel
García Muñoz
2º
B de Primaria
LOS ZAPATOS
Cuatro
zapatos
En
un zapatero
Lo
coge un gato
Con
esmero.
Se
pone el gato
Los
zapatos
Para
ir a la fiesta
De
sus hermanos.
Al
cabo del día
Las
patas le dolían
Y
es que los gatos
No
usan zapatos.
Adriana
Sánchez Sánchez
4º A Primaria
FIN DE PRIMARIA
Mucho
tiempo ha pasado,
Desde
que hemos empezado.
Y
llega el final,
De
esta etapa colegial,
Han
sido nueve años,
Y
lo hemos pasado genial.
De
curso en curso hemos pasado,
aunque
algunos atrás se han quedado.
Profesores
y compañeros nuevos tendremos,
Y
a los anteriores echaremos de menos.
Debemos
estar preparados porque….
¡la
E.S.O. ha llegado!
En
ella nuevas asignaturas tendremos,
Y
otras elegiremos.
Ahora
toca estudiar más,
Para
poder aprobar,
¡la
E.S.O. que será una etapa difícil de pasar!
Leyre
6º
B Primaria
El árbol de Sakura.
Rurigami
es una pequeña aldea a los pies del monte Fujiyama, en Japón. Allí vivió una
anciana pareja, feliz por haber vivido tantos años untos, pero apenada por no
haber tenido hijos.
Una
mañana, Maiko-san, se levantó temprano para comenzar los preparativos de La
Gran Fiesta. Una antigua tradición decía que el primer domingo del mes de
abril, los habitantes de las aldeas cercanas al monte, deberían llevar sus
ofrendas al dios del Fuego para aplacar su ira y evitar la erupción del volcán.
Además, la leyenda contaba que cada cinco años, una joven nacida en el mes de
abril, debía ser sacrificada.
Maiko-san
recogió la harina para elaborar las totas de arroz, preparó el frasco decorado
con el árbol de sakura para introducir el amazake y, envolvió, con mucho
cuidado, los nashis y algunos mikan de temporada.
Mientras
amasaba la pasta, canturreaba una vieja canción aprendida de su madre. No
recordaba bien la letra, pero sí la sensación que acompañaba a esa música.
Una
tristeza profunda se apoderó de su corazón.
De
repente como en sueños, surgió ante ella la imagen de una joven, niña aún, de
piel blanca y cabello negro y sedoso. Su madre le cepillaba el cabello mientras
le contaba una leyenda en la que se hablaba del sacrificio a Fuyur. Mientras
hablaba, lágrimas amargas caían por sus mejillas. Cuando Maiko-san volvió a la
realidad, descubrió sus mejillas aún húmedas y un tremendo peso sobre su
corazón.
Al
volver al cuarto para llamar a su esposo, le llamó la atención que éste aún no
se hubiera levantado. Se acercó a él con ternura, y descubrió que estaba muy
débil y enfermo. El marido, entre susurros, le dijo que tenía que contarle un
secreto antes de morir.
Su
verdadero nombre era Sunohara, hijo de Raku, tercer samurái de Las Tierras del
Norte. Hacía muchos años, Sunohara estaba junto a su padre mientras los
sacerdotes del templo comentaban quién sería la próxima joven sacrificada. Con
cierta curiosidad, fue hasta la aldea para saber de quién se trataba. Al ver a
la joven, de extraordinaria belleza, se enamoró de ella.
Esa
noche Sunohara no pudo dormir. Intentando encontrar una solución para salvarla,
decidió buscar alguna idea en la biblioteca de su padre. Y allí la encontró.
Prepararía un potente veneno que paralizaría el cuerpo de la joven para simular
su muerte.
Sin
más tiempo que perder, recopiló hojas de sakura, espino negro y bayas rojas de
tejo. Con todo preparó un brebaje que pondría en lugar del mortífero té de la
ceremonia….
La
mañana siguiente estuvo plagada de preparativos. En el templo, los sacerdotes
habían adornado el altar en el que sería depositado el joven cuerpo para el
sacrificio.
Sunohara,
con destreza había sustituido la bebida mortal por la que él había preparado.
Todos
los habitantes de las aldeas esperaban impacientes el inicio de la ceremonia.
Al
terminar, aún flotaba en el ambiente la tristeza de algunos y el agradecimiento
de otros por haber quedado a salvo, al menos, durante algún tiempo, de la furia
divina.
Raku
recogió el cuerpo inerte para llevarlo hasta los pies del monte y ser enterrado
bajo el viejo árbol de sakura. Sunohara se ofreció a ayudar a su padre y, éste,
orgulloso, le dejó hacer.
Al
llegar la noche Sunohara volvió al árbol para desenterrar el cuerpo. Disfrazado
con ropas de campesino y el cadáver en una carreta, avanzó hacia el sur con la
esperanza de no ser descubierto. Pasado un tiempo, paró, esperando no haber
tardado demasiado. Introdujo en los labios de la joven unas gotas de un nuevo
elixir que debería volver a despertarla. La joven no reaccionó y el alma de
Sunohara quedó inmersa en una gran pena. Cargó de nuevo el cuerpo de la carreta
y, sin saber que hacer, siguió distraído su huida hacia el sur.
De
repente, un lamento suave rompió el silencio de la noche.
Sunohara,
bajó deprisa y abrazó a la joven asustada y desorientada. Así iniciaron una
nueva vida juntos.
Con
el paso de los años volvieron a su antigua aldea. Ya nadie les conocía y
Sunohara nunca contó a nadie su secreto.
Maiko-san
comprendió el gran sacrificio que había hecho Sunohara. Y por ello le amó más
que nunca. Su corazón dejó de latir junto al de su esposo en un abrazo eterno.
Paula
Flores Arroyo
2º
ESO A
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